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sábado, 2 de abril de 2011

Dos relatos muy cortos

  Os presento hoy dos relatos de una colaboradora ocasional. A veces ha compartido música y algunos instantes de charla con algunos de vosotros. Con otros ha compartido otras experiencias e incluso un corto viaje. Con al menos una persona del canal ha compartido su vida completa.
  Ahora soy Musiloco. Por eso, y sólo por eso, no se me puede caer la baba si hablo más de ella.
  Espero que os gusten estos dos cortísimos relatos. Pinceladas de trazo sutil, pero firme de nuestra DJ-Rita.

  Se dejó llevar, era gratis.
Sin darse cuenta estaba sumido en lo que tantas veces había criticado con firmeza, haciendo esa clase de cosas que hacía la gente que carecía de rumbo, que vagaba por la vida sin horizonte ni reloj, sin un destino ni un motivo por el que seguir haciéndolo.
Hacía frío pero era verano y en las calles de la ciudad se sentía el ritmo de la soledad de quienes recorren kilómetros en la misma esquina, de quienes construyen sus sueños sobre el asfalto mojado, de quienes esperan y hacen una cuenta atrás de su existencia al ritmo de una melodía lejana.
Sólo una vez libre de aquel sombrero, metáfora de sus prejuicios, pudo disfrutar. Entregarse a aquel baile gratuíto de quien lo ofrece todo y únicamente pide amor.
Un amor de media hora, una media hora de canción.
Y en agún lugar, en la lejanía de su propio cuerpo, en la oscuridad amable de aquel laberinto de libertad, entraba por la ventana casi sin querer, despacio y envolvente.
Y podía oírla, suave, familiar, mágica.

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  Ayer mismo, teorizando mis ganas como de costumbre, apareció. Era una sombra negra camuflada en el rojo de la habitación. Al principio permaneció impasible, acompañando mi cansada tranquilidad, meciéndose con esmerada profesionalidad junto a mi respiración pausada, llena de sinsabores.
Huía de mí al mismo tiempo que mi cuerpo inerte deseaba hacerlo de ella. Correr, olvidarla en las tinieblas de las que venía. Devolverla al fondo que la creó, donde se amontonan fantasmas sin nombre pero con historia. Pero como siempre no ocurrió nada. Éramos dos entidades acostumbrándonos a convivir con miedo a que la integridad de un yo absoluto se disolviese. Simples maneras de afrontarse. Un espejo con una imagen y un reflejo. La densidad humana y el sentido de todo. Y allí permanecimos hasta que el sueño y sus propios fantasmas engañaron a nuestra existencia pagándonos el viaje nocturno al día siguiente.



DJRita

2 comentarios:

  1. No voy a decir que me sorprenda leer algo tan magnífico, sugerente, sutil y que transmite tantas sensaciones.
    Conozco a la escritora lo suficiente como para haber percibido siempre su mundo interior y su profundidad de pensamiento. A mi también se me caería la baba, es más... se me cae.
    Felicidades por ser así djRita; al fin y al cabo, lo que aquí nos muestras no es más que un reflejo de tu enorme valor como persona.
    Besos

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  2. Gracias Calenda, no sabes lo bien que sienta leerte y saber que hay quien se ha tomado la molestia de conocer(me).

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