Por ti. Para ti.

Cada noche el aburrimiento me sentaba frente a la misma ventana a contemplar la inmensa negrura de un desolado ciberespacio. En mi búsqueda, de mundos que albergaran el menor indicio de la existencia de vida inteligente, topé, por casualidad, con una constelación de astros luminosos. La esperanza abanderaba nuevamente a una expedición que estaba condenada a regresar con las manos vacías, a no encontrar aquello que andaba buscando.

Allí, en un vértice de la figura celestial, un brillo tintineante, destellos de virtudes aún por descubrir, cegaba la escasa cordura restante y se ponía al timón fijando el nuevo rumbo en el horizonte. Y acercándome al destino, detrás de aquel áureo resplandor, contemplé que lo que brillaba no era una esfera incandescente, si no el alma pura e inmaculada de una persona sencilla y humilde.

La vida dispone ante nosotros a cientos, o quizás miles, de personas que pasan, y solo eso, pasan. A algunas, las más afortunadas, les brindamos la oportunidad de compartir pequeños instantes de nuestra vida. Dejamos que siembren una semilla en el corazón y se enraíce, hasta el punto que, cuando el fruto de ese árbol se desprende, nos duela cada gramo de polvo, cada gota de sangre, cada suspiro. Y a pesar de ese inconveniente he decidido regar esa semilla, cultivar sentimientos y ver florecer, lo que espero que sea, una eterna amistad.

Ella es la guardiana de valores casi extintos. Un cofre dorado, engalanado con rubís y esmeraldas, que cobija en su interior, bajo un excelso manto de ternura, los tesoros inmateriales de la amistad, la lealtad, la sinceridad. Fiel a sus principios y a sí misma. Coherente con sus hechos. Rehuye la tentación de dejarse llevar por el tiempo y permanecer inmóvil. Su corazón indomable le da fuerza para luchar contra la crueldad y la tiranía. Para defender al indefenso y alzar la voz clamando justicia.

Nada la derrumba. Cual estatua pétrea, se mantiene incorruptible e impasible ante las inclemencias de la vida. Y si andando, sus huesos se hincan en el pantanoso firme, su tesón la alza una y otra vez, hasta resurgir más segura de ella misma. Paciente y comprensiva. Posee el don de la ubicuidad para tender la mano al necesitado, a todo aquel que carece del ímpetu y las razones para continuar.

De su ausencia, el silencio se vuelve eterno. De sus labios emana una dulce melodía embriagadora que, cual canto de sirena, seduce a navegantes sin destino y a viajeros errantes. Palabras atentas para almas descarriadas. Un faro en el horizonte, una luz entre tinieblas. Es talento en vida, artista innata. Envidia de dioses terrenales, subidos a altares a los que nadie reza. Inspiración de soñadores, musa de poetas. Es la calma que amansa tempestades, la tranquilidad que amanece al alba. Un remanso de paz en tiempos de histeria.

Al final del viaje, contemplé la totalidad de riquezas que aquel mundo tenía para mí. Y cada noche, me volveré a sentar frente a esa ventana y rezaré porque el tiempo se detenga para agradecer eternamente que nuestros caminos se hayan cruzado. Gracias querida amiga.