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martes, 25 de enero de 2011

La semilla.

En todo lo que hago me dejo el alma, y considero que aquellas cosas que no me obligan a ese esfuerzo es que no merecen la pena tan siquiera intentarlas. Pongo mis cinco sentidos al servicio de mi cerebro. Seis si los tuviese. Siete que gran anhelo. Activo el interruptor de mi concentración, ese que solo enciendo cuando los objetivos son prioritarios. Click. ON. En marcha.

Desde hace tiempo he sentido que todo lo que hago o dejo de hacer es observado con lupa. La gente que me rodea me empuja a cumplir mis sueños. Sueños que no son propios. Sueños que comparto con todos y cada uno de ellos. Eses sueños que ellos no han podido cumplir por falta de oportunidades. Las mismas oportunidades que yo he tenido gracias a ellos.

Vuelven atrás. Proyectan sus vidas en la mía, preguntándose el que hubiera sido de ellos si alguien les tendiese la mano y les diese esa oportunidad que se necesita para empezar. Y es así como se sumergen en el viaje hacia ese imaginario, donde retroceden en el tiempo, al inicio de sus vidas, y con un gran esfuerzo mental visualizan su propia historia, creando miles de cábalas, todas ellas germinadas de la misma semilla: una oportunidad.

Ahora me siento afortunado. Afortunado por tener a alguien que me ha abierto las puertas a alcanzar mis sueños. Alguien que me ha facilitado el camino enseñándome el sendero y cada piedra que hay en él. Alguien que se ha preocupado más por mi futuro que yo mismo. Mi gente, la que ha creído más en mí de lo que yo nunca he creído. Los mismos que me han dado alas para abandonar el acogedor nido. Los que me colocan el listón tan alto porque saben de lo que yo soy capaz. Y aunque suponga una carga para mi, prometo no defraudarlos nunca. Se lo debo.

Seguramente cuando llegue a cierta edad, en una de esas típicas tardes otoñales, cuando la meteorología invite a estar recogido en casa, seré yo el que haga mis propias cábalas. Cambiaré aquel pequeño instante, aquella pequeña decisión tomada en el pasado y jugaré a crear millones de posibles futuros alternativos. Bucearé por universos paralelos. Crearé la causa e imaginare el efecto. La reacción en cadena continuará hasta que la cordura de un paso al frente y tome el control de mi mente. Lo importante no es lo que pudo o no pudo haber sido. Lo importante es lo que he vivido y con quien lo he vivido.

Vivo en duda. No sé qué hacer, ni qué camino tomar, ni cuál es la decisión acertada. Igual es que nadie lo sabe. Pero de las pocas cosas que tengo claras, es que he tenido mi oportunidad y he sabido aprovecharla. Y estaré siempre en deuda y eternamente agradecido a aquellos que me han dado la posibilidad de estar donde estoy a día de hoy. De momento no puedo ofrecerles nada más, pero si ellos quieren, mi felicidad también será la suya.

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